RTA:
4.2
A lo largo de nuestra vida,
las instituciones educativas han jugado un papel esencial frente a la
divulgación de la historia. Estas instituciones son las encargadas de crear conciencia
y criterio frente a los hechos más relevantes de la historia de un territorio,
y considero, que se debería implementar una asignatura donde más allá de
enseñar geografía o cultura general, se hable de políticas, ideales políticos y
como los diferentes mandatos llevaron a nuestro país al punto donde se
encuentra. Es necesario que la educación colombiana empiece a preocuparse menos
porque los jóvenes obedezcan un manual y se preocupe más por su participación e
interés político. Como parte esencial del ser humano, las instituciones
educativas deberían enseñar sobre las decisiones tomadas por el pueblo y por el
Estado que causaron. La educación es un motor tanto de guerra como de paz. Es motor de la guerra cuando se
excluye a amplios sectores de la población por condiciones raciales o de
género; cuando se somete la calidad de la educación a las condiciones del
mercado; cuando se diseñan currículos que refuerzan los estigmas o se narra la
guerra desde la perspectiva heroica del victimario. Podría pensarse que basta
con desmontar las anteriores variables para transformar las condiciones en las
que la educación, que fue un impulso para la guerra, se convierta en un
elemento que permita alcanzar la paz. Sin embargo, es prudente atender a las
distintas experiencias de países que han hecho este tránsito y hoy, desde el
posconflicto, se convierten en un referente para Colombia.
En 2014 el Kroc Institute for International Peace Studies analizó el papel de las reformas educativas en los acuerdos de paz de Guatemala, El Salvador, Filipinas, El Líbano, Irlanda del Norte y Sierra Leona, entre otros. El estudio presentó un conjunto de lecciones que Colombia podría replicar o evitar ante un posible escenario de posconflicto. Un primer aspecto por tener en cuenta es el de cobertura y calidad. En el país la cobertura no debe ser pensada como el acceso inicial al sistema educativo, sino en términos de retorno, ya que muchos niños se han visto privados de este derecho por causa de la guerra: ya sea por la destrucción de la escuela, la imposibilidad de llegar a esta por el miedo a las minas antipersona, el reclutamiento ilícito o el desplazamiento forzado. De igual manera, la calidad no solo debe pensarse en términos de estándares y pruebas internacionales, sino en cuanto a la funcionalidad que tiene la educación para las realidades inmediatas de las distintas comunidades; lo que hace que sea prioritario que los estudiantes se reconozcan como ciudadanos portadores de derechos. También resulta urgente romper el vínculo entre la calidad de la educación y la capacidad económica de quien accede a esta. Dejar la educación a las condiciones del mercado impide que esta sea un motor que genere movilidad social entre los individuos. La educación debe convertirse en un medio por el cual se puedan superar inequidades históricas que están en la base misma del conflicto. Por último, es fundamental aprovechar la coyuntura en que se dan los acuerdos de paz para realizar ajustes en las políticas educativas, ya que estos son periodos de grandes cambios en distintos niveles del país. Así, el sistema educativo no debe esperar que termine el proceso de paz y comience la implementación de los acuerdos para ver cómo puede contribuir a la paz. El sistema educativo no debe limitar su función a la de replicador de contenidos relacionados con la paz, sino que debe crear las condiciones necesarias para que esta sea posible, debe pensarse como el espacio donde el posconflicto se materialice y, sobre todo, debe generar las oportunidades para que las nuevas generaciones jamás contemplen la posibilidad de repetir, una vez más, la MUY BIEN LLAMADA PATRIA BOBA
En 2014 el Kroc Institute for International Peace Studies analizó el papel de las reformas educativas en los acuerdos de paz de Guatemala, El Salvador, Filipinas, El Líbano, Irlanda del Norte y Sierra Leona, entre otros. El estudio presentó un conjunto de lecciones que Colombia podría replicar o evitar ante un posible escenario de posconflicto. Un primer aspecto por tener en cuenta es el de cobertura y calidad. En el país la cobertura no debe ser pensada como el acceso inicial al sistema educativo, sino en términos de retorno, ya que muchos niños se han visto privados de este derecho por causa de la guerra: ya sea por la destrucción de la escuela, la imposibilidad de llegar a esta por el miedo a las minas antipersona, el reclutamiento ilícito o el desplazamiento forzado. De igual manera, la calidad no solo debe pensarse en términos de estándares y pruebas internacionales, sino en cuanto a la funcionalidad que tiene la educación para las realidades inmediatas de las distintas comunidades; lo que hace que sea prioritario que los estudiantes se reconozcan como ciudadanos portadores de derechos. También resulta urgente romper el vínculo entre la calidad de la educación y la capacidad económica de quien accede a esta. Dejar la educación a las condiciones del mercado impide que esta sea un motor que genere movilidad social entre los individuos. La educación debe convertirse en un medio por el cual se puedan superar inequidades históricas que están en la base misma del conflicto. Por último, es fundamental aprovechar la coyuntura en que se dan los acuerdos de paz para realizar ajustes en las políticas educativas, ya que estos son periodos de grandes cambios en distintos niveles del país. Así, el sistema educativo no debe esperar que termine el proceso de paz y comience la implementación de los acuerdos para ver cómo puede contribuir a la paz. El sistema educativo no debe limitar su función a la de replicador de contenidos relacionados con la paz, sino que debe crear las condiciones necesarias para que esta sea posible, debe pensarse como el espacio donde el posconflicto se materialice y, sobre todo, debe generar las oportunidades para que las nuevas generaciones jamás contemplen la posibilidad de repetir, una vez más, la MUY BIEN LLAMADA PATRIA BOBA
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